El efecto Manzo

Pablo Beltrán

Y a una semana del lamentable suceso en tierras purépechas, al parecer México no ha vuelto a ser el mismo. La vida y muerte de Carlos Manzo tiene ingredientes especiales. 

Ser alcalde de Uruapan, no solo significa ser el líder de un municipio enclavado entre la Tierra Caliente y la Meseta purépecha o encabezar el segundo municipio más importante después de la capital Morelia, con una población de aproximadamente trescientos cincuenta mil habitantes. Desde 1822 cuenta con ayuntamiento y en 1853, fue denominada “Ciudad del Progreso”, por su valioso aporte a la guerra de independencia.

Dirigir los destinos de ese municipio, significa, gobernar ni más ni menos que la capital mundial del aguacate, lo que no es cualquier cosa, pues los ingresos por la exportación del llamado “oro verde” es algo sumamente importante, ya que los agricultores han llegado a producir incluso mas de ciento sesenta mil toneladas en un año, de los arriba de dos millones de toneladas que produce todo el estado de Michoacán.

La llegado de Carlos Manzo a la presidencia municipal de Uruapan como candidato independiente, en su llamado “Movimiento del Sombrero”, pocas veces se ha visto a nivel nacional, porque el ejercicio del poder que detentó después de su llegada -el primero de septiembre de 2024- fue algo por demás interesante, pues fue peculiar su estilo personal de gobernar, sobre todo muy cercano a la gente y muy sensible ante los abusos de la autoridad.

Carlos Manzo, nació en 1985 -40 años-, estudió Ciencias Políticas y Gestión Pública en el ITESO, de ahí que su formación profesional evidentemente debió haber sido jesuita. La visión del bien común la tenía muy definida. Ganó las elecciones con el 66.7% (95, 381) de los 143,800 sufragados, dejando en segundo lugar al candidato de Morena, que solo obtuvo 21,215 votos.

Manzo vio, palpó y sintió la presencia de un “extraño enemigo” encarnado por aquellos grupos delincuenciales, que azotan a Michoacán, en donde Uruapan no ha sido la excepción, prevaleciendo actividades oscuras con el cobro de piso, secuestros y homicidios, la mayoría de las ocasiones sobre gente de bien, de trabajo y sobre todo de productores de aguacate y limón, que su único “pecado” ha sido generar riqueza y desarrollo en la región.

Manzo por supuesto que se dio cuenta que su autoridad se encontraba muy limitada con su policía municipal para combatir a la delincuencia sofisticada, pero, aun así, les hizo frente, siempre haciendo el llamado a la federación y al estado para que apoyaran la seguridad de Uruapan, lo que al parecer fue otorgado de manera incipiente. Los delitos fueron al alza, tan así que hace una semana y sin mayor dificultad, lo ejecutaron en la Plaza de los Mártires, en la Festividad de las Velas, en el preámbulo del día de muertos. 

Hoy la muerte de Manzo adquiere un significado especial, al haber encarnado -como pocos- la lucha dentro del servicio público para lograr que las cosas mejoren y que las situaciones negativas sean desterradas. 

Desde su encargo en la diputación federal, sus videos le dieron la vuelta al país, cuando enfrentaba los abusos de poder de su predecesor y del gobierno estatal. Se confrontó con el gobernador Ramírez Bedolla y sufrió la embestida de ese nivel de gobierno.

Fue entrevistado por medios nacionales, quienes prácticamente se peleaban por conversar con él. Muy claridoso en su hablar, con mensajes de fondo, pero dando el grito de desespero ante el desamparo que sentía, pues estaba enfrentando a un monstruo de mil cabezas, ante el cual la mayoría mejor prefiere guardar mutis.

Ahora con su muerte las marchas no han cesado en Michoacán y la toma de palacios, como el estatal en Morelia e incluso el de Apatzingán, son un verdadero llamado a que Uruapan y Michoacán sean volteados a ver. 

Se han abierto convocatorias para más marchas en distintas partes del país y al parecer el día 15 de noviembre, marcará una icónica fecha, esperando por supuesto que la sangre no corra al río, pero que en todo caso, la libertad de expresión y manifestación confluyan dejando un mensaje de cara a la exigencia de una nueva nación, libre de violencia.

Ante toda esta turbulencia, la presidencia de la república -llámese gobierno federal- a mitad de semana ha iniciado con el armado del llamado “Plan Michoacán por la Paz y la Justicia”, focalizando acciones en ese estado, como lo hicieron también en su momento Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, con resultados que la historia ya ha juzgado.

Sin duda, que en estos momentos en Michoacán se juega la república, pues de mejorar la situación en esa región del país, los bonos del accionante del referido Plan se irían para arriba, pero de lo contrario, pudiera tener consecuencias que pudieran verse reflejadas en la gobernanza, pero sobre todo en las urnas.

Mientras tanto, en un municipio de la región occidente del país, una viuda llora la partida de su esposo y jura, al asumir el relevo, llevar a su gente a mejores destinos, así sea…

PRESUPUESTO FEDERAL 2026. Y si estábamos preocupados por el presupuesto de la federación para los rubros de seguridad y protección ciudadana, procuración de justicia (FGR), poder judicial y CNDH, pues con la novedad de que en el congreso les redujeron su capacidad de operación, al venirles menos dinero para el año venidero. 

Los recursos del Fondo de Aportaciones para la Seguridad Pública de los Estados aumentarán únicamente 385 millones de pesos, esto es, de 9,565,499,999 a 9,951,114,029 millones de pesos; mientras que el ramo 33, conocido como Fondo de Aportaciones para el Fortalecimiento de los Municipios y de las Demarcaciones Territoriales, tendrá seis mil 400 millones menos en 2026, respecto al presupuesto de 2025, que tuvo 81,220,460,093, para pasar así a 74,754,876,000 millones de pesos.

Y como dijera alguien por ahí: “Así cómo pues” …

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