Milton Martínez Estrada
Narcocultura en Caborca
Vivir en Sonora es garantía de no perder la capacidad de asombro luego de enterarme que en el municipio de Caborca tenían la intención de que una calle muy transitada llevara el nombre de un cantante de narcocorridos.
Resulta que la semana pasada la Comisión de Sindicatura sugirió al presidente Abraham «El Cubano» Mier y al resto del cuerpo edilicio caborquense que la popular calle, conocida como «La 30», llevara por nombre Luis R. Conríquez.
Todo parecería correcto hasta aquí, un Cabildo resolviendo cambiar la nomenclatura de una calle por la de un perfil ciudadano admirable y ejemplar.
Peeeeeeero, (este es un gran «pero») el nombre de una calle tradicional sería rebautizado por el cantante de narcocorridos Luis R. Conríquez, originario de la misma Perla del Desierto de Altar.
Si echamos un vistazo al perfil del artista en la plataforma de Spotify advertiremos que sus cinco canciones más populares son puras narcojoyas auditivas.
La primera canción lleva por nombre «JGL», con más de 246 millones de reproducciones en esta plataforma.
Creo que ustedes avezados lectores advierten que las siglas de la melodía corresponden con las de Joaquín Guzmán Loera, fundador y líder indiscutible del Cártel de Sinaloa.
A continuación, un extracto del material dedicado a «El Chapo»:
«Se le extraña demasiado al general en la capital del corrido/
La capital es Culiacán y no está sola porque aquí siguen sus hijos/
Es el jefe, lo es y lo era (Sic)/
Gira y se para la tierra si Joaquín lo ordena».
La canción continúa por otros cinco compases y concluye:
«Fue en La Gran Manzana donde el mundo presenció el juicio del siglo/
Al 701 allá en la sierra lo recuerdan con cariño/
Aquí manda el señor de La Tuna
A si el Chapo esté en Culiacán, Nueva York o la luna».
Ni hablar del resto de canciones en el top 5, en donde el solista, habla de recorrer las ciudades y el territorio «empecherado» (portar chaleco antibalas); estar a las órdenes de la familia Guzmán; «menear» pastillas de Fentanilo en Phoenix, Arizona; o formar un «equipón» para hacer dinero al por mayor.
Hay que dejarlo en claro: Las canciones más populares de Luis R Conríquez suman más de 862 millones.
Una cantidad nada despreciable para un artista que anhela hacerse una carrera en la industria musical.
No obstante, su popularidad está fuera de la discusión si se plantea que una calle de Caborca lleve su nombre.
Para evitar que se lea como un juicio moral este escrito, invocaré un término jurídico para tratar este tema.
Las letras y contenido musical de Luis R Conríquez hacen apología del delito.
¿Y qué eso…? Se preguntarán ustedes apreciados y fieles lectores, pues el Diccionario Panhispánico del Español Jurídico lo define como: «El acto preparatorio del delito que consiste en la exposición, ante una concurrencia de personas o por cualquier medio de difusión, de ideas o doctrinas que ensalcen el crimen o enaltezcan a su autor, que solo es delictivo como forma de provocación y si por su naturaleza y circunstancias constituye una incitación directa a cometer un delito».
Enaltecer y musicalizar el delito es más que obsceno en un país, con sus 32 estados y sus más de 2,500 ayuntamientos convulsos por la violencia.
El argumento esgrimido por la Comisión de Sindicatura fue que Luis R. Conríquez debía ser reconocido por su «gran trayectoria artistica y su entrega y apoyo a la comunidad de H. Caborca, Sonora».
La presión social pudo más ante tal noticia y los regidores se vieron obligados a recular.
Increíble la intención de los regidores caborquenses para elevar la figura de este cantante; valiente y decidida la fuerza social para retirar esta denigrante iniciativa.
Nos leemos la otra semana. Gracias por la lectura.