Óscar Félix / mo

En el corazón de la ciudad, donde las calles Coahuila e Ignacio Pesqueira se cruzan, está una obra inconclusa que se ha convertido en el símbolo del abandono y la frustración de los vecinos de la colonia Campestre.

Lo que alguna vez prometía ser una mejora en la infraestructura urbana, hoy es un recordatorio constante de lo que no se terminó.

La imagen capturada refleja la realidad de esta intersección: un rectángulo de concreto roto, lleno de escombros y tierra, que se ha convertido en un obstáculo para los automovilistas y peatones. 

Este cruce, que en su momento albergó la esperanza de una obra que mejoraría la circulación y la seguridad, se ha convertido en una molestia diaria.

Comerciantes de la zona comentan cómo la falta de avances ha afectado sus ventas, mientras que los transeúntes expresan su preocupación por los riesgos que implica caminar cerca de la construcción abandonada.

Los residentes y transeúntes del área observan, ahora solo acumulan polvo y basura. El tráfico se complica cada día, con vehículos zigzagueando.

“Es como si nos hubieran dejado a medio camino, como si no importáramos”, dice doña Marta, una vecina que ha vivido en el área por más de 30 años. “Cada vez que paso por aquí, me pregunto cuándo terminarán lo que empezaron”.

Mientras tanto, el cruce de Coahuila e Ignacio Pesqueira sigue esperando que las promesas se cumplan y que el concreto, en lugar de ser un símbolo de olvido, se convierta en una obra concluida que beneficie a la comunidad.

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