Hace cuatro años, llegó a mi casa diciendo que quería saludarme.

Dijo, que era amigo d}e mis hermanos más chicos, Santiago y José Carlos, y que le gustaba mucho lo que yo escribía. De hecho, al pasar los minutos de charla, me ofreció que hiciera comentarios en una página que él tenía en redes sociales. Argumentó también, que era muy amigo de un político quien buscaría la alcaldía de Cajeme y me dijo: cuento con todo su apoyo.

Le dije que lo iba a pensar, porque tenía (y tengo) lealtad a Medios Obson y, debía consultarlo con mi jefe, Jorge Armenta Avalos (QEPD).

Ni siquiera tuve que consultarlo, porque, siguiendo brevemente la página que me ofrecía, donde plasmaba sus comentarios, groseros, misóginos, no me gustó y decidí que no tenía caso participar en un “periodismo” ramplón.

A pesar de mi negativa, siguió consultándome algunas pocas cosas, en las cuales, yo le daba mi opinión y él, hacía lo que le daba la gana.

Llegamos a un momento de ruptura, cuando, luego de que criticó a dos mujeres comisarias y le dijo prostitutas (con otras palabras), y yo, indignado, le dije que no se valía y que, no nada más por ser mujeres merecían respeto, sino que, además, cierto o falso, su actuar no era de interés público y no debía meterse en la vida personal.

Eso bastó para que, según él, me hiciera pedazos con sus comentarios en esa misma página donde quería que yo colaborara. Ni siquiera le hice caso y aduje al viejo refrán mexicano: “a palabras necias, oídos sordos”.

Luego, pulularon las “páginas noticiosas” en redes sociales, con personajes que se decían periodistas, denigrando la profesión.

La semana anterior, desde cabildo, una regidora, Zenaida Salido Torres, dijo que los medios de comunicación, son quienes contribuyen a la mala imagen que tiene Cajeme, debido a que, publican todo sobre la violencia que tiene a nuestro municipio.

Por su parte, el regidor Rodrigo Bours, expuso que, en el mismo debate, el hecho de cómo los narcos utilizan a medios para provocar, un narco terrorismo.

Algunos “medios” de comunicación, sobre todo esos que se dicen emergentes, pusieron el grito en el cielo.

En el mundo, existen muchas ciudades que mantienen un “pacto” con los medios de comunicación, para, si bien no ocultar información sobre hechos violentos, no darles prioridad e informar en páginas alternas, nunca en la primera plana.

En contra partida, la delincuencia organizada “controla” redes sociales para enviar mensajes a sus contrincantes. Por eso los videos donde hacen declarar a enemigos, por eso las narcomantas, por eso páginas completas que tocan ese mismo tema y mandan mensaje a sus contrarios. Eso es un hecho.

Yo no los sé, ni tampoco creo todo lo que se publica en redes sociales, pero estoy seguro que mucho del gran impacto que tienen algunas páginas de pseudo periodistas, es por causa del morbo propio de una sociedad descompuesta. A estos medios, se le suma una gran cantidad de ciudadanos “espontáneos”, quienes, por causas del destino estuvieron presentes en el lugar de los hechos, toman fotos y vídeos y los hacen rolar en las redes sociales.

Luego está la otra parte, la de los policías que, al escuchar encendido el código rojo, acuden presurosos al lugar de los hechos, y también toman sus fotos y sus vídeos. O, ¿cómo explicar que, cuando existen atentados, se aglutinen las patrullas en el lugar de los hechos en lugar de peinar la zona buscando a los culpables, esos que, se saben impunes porque nadie los persigue?

Suelo no ver páginas de “periodistas” que su único afán es mover la nota roja. No tienen otro tipo de noticias que no sean estas y, además, le imprimen un amarillismo que haría palidecer a Joseph Pullitzer  y a William Randolph Hearst, los verdaderos inventores de ese tipo de notas sensacionalistas, en los finales del Siglo XIX y principios del XX. La meta de estos dueños de periódicos gringo, era tener la mayor cantidad de circulación posible y, en una competencia inaudita, cada uno y, cada vez, publicaba notas más morbosas.

Y de pronto, leo que una periodista local seria (más de 20 años como tal), felicita a un “periodista” por su gran cobertura en una balacera suscitada hace poco en el Valle del Yaqui.

Me impresionó.

De inicio, al revisar el vídeo en cuestión, logra entrar hasta donde unos sicarios le disparan a unas patrullas. ¿qué estaba haciendo un civil entre los policías? ¿porqué se lo permiten? si acaso (Dios quiera no), lo alcanzara una bala, ¿las autoridades serían las responsables?

Además de eso, me impresionó su absoluta falta de lenguaje, ya no digo en narración periodística tan necesaria, sino en lo limitado de sus palabras, donde los ver…s y las mentadas de madre son repetitivas. Además, insulta a sus seguidores y cuenta con un patiño, a quien agrede verbalmente sobajándolo. No creo que, dicho señor, aloje en su cabeza más de 100 palabras y por eso, recurre al fácil método de echar ver…s y madrazos para todo.

Lo que de plano me dejó perplejo de esa trasmisión, es que en un momento dado tuvo, más de 8 mil 500 viewers. De ese tamaño es el morbo que provoca este señor tan limitado intelectualmente.

Ahora bien, en cuanto al periodismo, mi casa, Medios Obson, fue la primera en hacer este tipo de trasmisiones, pero no son las únicas notas y las que hace en ese tono, sobre la violencia, son hechas con respeto a los seguidores, no con palabras de carretonero.

Las ejecuciones en Cajeme son un síntoma de la cultura que desafortunadamente estamos viviendo y se debe de informar, pero, hay maneras.

¿Hay parte de culpa sobre esto a lo que hemos llegado? Sí, claro, por parte de las autoridades que no detienen las ejecuciones (80 el mes pasado), en parte de medios escandalosos como el que menciono, pero, también, de parte de quienes le prestan atención a este tipo de páginas sensacionalistas.

Al revisar de nuevo la página en cuestión, en otra ejecución, veo amenazas a las autoridades, insultos y veladas extorsiones para obtener, un contrato de parte de todos los niveles de gobierno.

Y así, quienes lo siguen, le dan alas a este carretonero disfrazado de “periodista”. Que tristeza

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