Vivía en un lugar olvidado, de una colonia olvidada, en esta nuestra olvidada ciudad.

Limpiaba vidrios, en las calles y ahí lo conocí.

Era muy inquieto, y, tenía la particularidad de siempre, pedir permiso antes de limpiar el vidrio de tu carro. Es decir, no es como la mayoría de los “limpiavidrios”, que, o te llegan por la espalda, o hacen como que voltean hacía otro lado y cuando menos lo piensas, sin pedir permiso, echan el chorro de agua en tu parabrisas. Es decir, se hacen más locos que cualquiera de los diputados federales con los que cuenta Sonora.

El caso es que un día, luego de hacer su chamba con mi parabrisas, me propuso que no le diera propina, pero si un raite hasta el siguiente semáforo, porque ahí la cosa estaba muerta, dijo y accedí.

En el camino me contó que vivía en ese lugar olvidado, en esa colonia, aquí mismo en Ciudad Obregón.

Me preguntó a que me dedicaba y le respondí, que entre “multichambas” que soy, también era periodista.

  • Yo quiero ser periodista, me dijo
  • ¿Porqué quieres serlo?
  • Para denunciar todo el desmadre que hay en mi colonia, donde los “tiraderos” son muchos y nadie hace nada, me respondió

Luego yo le conté que, la cosa no estaba fácil, durante mucho tiempo, ser periodista es una profesión delicada, pues, le dije, cuando uno expone lo que piensa, se expone a ser atacado.

Y, precisamente ese día, en una columna que había publicado en Medios Obson, alguien, seguramente un trol, había escrito una amenazada velada: “cuídate porque estás en peligro y yo no quiero que te pase nada”

Pero ese mucho tiempo del que hablo, es peor ahora que el Mesías de Macuspana, es decir, el Presidente de México, López Obrador, pues, ataca un día y otro también a cualquier periodista que ejerza el santo derecho de no estar de acuerdo con él.

La lista es larga: Joaquín López Doriga, Carlos Loret, Raymundo Riva Palacio y vamos, hasta ha insultado a Carmen Aristegui, quien durante años le abrió su espacio para que expusiera sus ideas. Bueno, pues ni ella se salva.

Y es que, para López Obrador, lo que antes alababa de esos periodistas que le brindaban su espacio, ahora que ellos hacen lo mismo, es decir, periodismo de contraste, pasaron a ser de sus aliados a sus enemigos.

Y pasa entonces que, digo, con tantos periodistas asesinados durante su mandato (es un negro récord que le cobrará la historia), pues es una consecuencia lógica de que, muchos piensan, pues, si el Señor Presidente los ataca, todos tienen derecho a atacarlos; total, casi nunca pasa nada.

Momento, mis adorad@s amlovers, ustedes que afirman que antes, desde el Gobierno Federal, algunos recibíamos chayote, no se equivoquen, para ellos no existimos, ellos se fijan solamente en periodistas y medios nacionales.

Entonces, yo casi estoy seguro de que, ninguno de mis compañeros reciben o recibieron chayote desde la oficina que comanda Jesús Ramírez Cuevas, porque los “provincianos” no tenemos el alcance de los medios nacionales.

Además, Chuyito, pues tiene sus paleros a modo, desde Lord Molécula, hasta un youtuber sonorense al que le pagan, supongo, muy bien, dado los lujos que exhibe.

Pero bueno, pasa también que, en el caso de nosotros, los periodistas chiquitos que escribimos en una ciudad olvidada como la nuestra, pues también somos más vulnerables a los ataques de cualquier loco que se le antoje que estamos de sobra.

Afirmo, que no es lo mismo un ataque a un Loret o López Doriga, que, a un queridísimo e inolvidable Jorge Armenta, a quien tanto extraño.

Si le pasara algo a uno de esos santones del periodismo nacional, seguro el mundo entero pondría en jaque al gobierno de López Obrador, y, casi estoy seguro, el Peje movería todas sus fichas para dar con el perpetrador del atentado, o, como se usaba en el PRI al que perteneció el tabasqueño, inventarían un culpable.

Me queda claro que, nosotros, los humildes periodistas provincianos, somos más vulnerables que esos santones.

Hace mucho que no veo al morro limpiavidrios. La última vez, le volví a dar raite, me contó que “alguien”, le había pedido que vendiera sus cochinadas en las esquinas.

No sé que pasó con él, pero espero, ruego, que no haya sido víctima de esos que siempre quieren salirse con la suya.

Dios lo guarde, y a nosotros, también.

Gracias.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *