EL DIPUTADO ERNESTO DE LUCAS BUSCÓ EL MOMENTO OPORTUNO, LA CIRCUNSTANCIA PERFECTA, ADECUADA, PARA terminar de construir su proyecto inmediato: renunciar a su militancia en el Partido Revolucionario Institucional y darle continuidad a su carrera política dentro de las filas del partido Movimiento Ciudadano.
Ese es un hecho irreversible de acuerdo a versiones que circulan en el partido naranja.
Ernesto de Lucas logró aprovechar el momento de desconcierto, de incertidumbre al interior del partido revolucionario, generado por el recién concluido proceso de renovación de la dirigencia estatal, para lanzar una ofensiva en contra de la dirigencia nacional del PRI y sobre todo hacia la persona de Alejandro Moreno.
Ese asunto le servirá para construir su narrativa desde donde acuse la intromisión de los grupos cupulares partidistas en las decisiones de los organismos estatales y en la renovación de sus cuadros, en la falta de democracia de esa casta política y en la forma cómo han ofendido no solo a la militancia y simpatizantes, sino también a la sociedad sonorense, como si esta estuviera tan entusiasmada o interesada con los procesos o movimientos internos del priísmo.
Ernesto de Lucas deja un priismo desarticulado, desmembrado, sin el ánimo de continuar adelante y menos entusiasmo de mantener simpatías o intenciones de activismo político en cualquiera de sus etapas.
Pero, además, con infinitas deudas que le impedirá a la nueva dirigencia estatal asumir los retos inmediatos de reestructurar los cuadros directivos y darle ritmo a lo consideran una reconstrucción total de esa organización política.
Desde el momento cuando asumió por segunda ocasión la dirigencia estatal del tricolor, después de la derrota del 2018 ante la avalancha de Morena, el también diputado local sabía que las condiciones en las que llegaba al cargo no eran las adecuadas.
Se le hizo ver que transitaría por una ruta complicada y sobre todo sin la capacidad de reacción, para enfrentar una elección rumbo al 2021 con posibilidades de mantener la gubernatura.
Se aferró a mostrar estudios geopolíticos, evaluaciones demográficas y otros instrumentos de análisis en donde creía encontrar la fórmula para poder derrotar en su momento a Morena y a quien resultara candidato a la gubernatura, que desde aquellos momentos se perfilaba fuese el entonces secretario de Seguridad Alfonso Durazo.
Eso le decían los números que le presentaban sus interesados asesores en análisis políticos, pero en su interior, sabía que el reto era mayúsculo y se encaminaba a una irremediable derrota.
Pensó entonces en proponer una alianza con el PAN para, juntos, tratar de contener el avance inevitable de Morena en Sonora y el frenético posicionamiento del presidente López Obrador entre toda la Entidad.
Y no. No lograron los resultados que desesperadamente buscaron priistas y panistas, y con esa humillante derrota, Ernesto de Lucas se refugió en el poder legislativo para tratar de contener los reclamos de sus amigos priístas y a rumiar su fracaso.
Desde entonces supo que su carrera como militante priísta había llegado a su fin junto con el período en la dirigencia estatal y buscó la forma de acercarse con el grupo que llegaba al poder estatal, dialogó con grupos de Morena pero no lo convencieron o no se convenció de las proyecciones de la cuarta transformación.
Entonces viró su nave y fue al encuentro con los dirigentes de Movimiento Ciudadano, con quienes encontró puntos de coincidencia y empezó a planificar su adhesión a las filas del partido naranja pero también a su separación de la bancada del PRI en la cámara local con lo cual dejará a esa fracción legislativa como simples observadores del acontecer político en el Estado.
Ahí, en Movimiento Ciudadano, Ernesto de Lucas empezará a reconstruir su proyecto político personal y quizá aspirar por lo pronto a la coordinación de la fracción legislativa de MC y al menos a una posición en la cámara baja a partir del 2024.