Pablo Beltrán / El Tiempo

LA GUERRA DEL BACHE

Y vaya que harto ruido ha generado la actitud de algunos líderes y miembros de la oposición en Cajeme, pues mientras unos midiendo el problema, por otro lado, otros ofreciendo algo llamado como “acompañamiento” en tareas de reparación del daño a favor del ciudadano.

El Partido Acción Nacional trae una especie de mediciones a través del “bachómetro”, a fin de demostrar indicadores y numeralia respecto a la dimensión de la crisis. Pero, por otro lado, los líderes de Movimiento Ciudadano, a través de rueda de prensa, invitaron a los pobladores del municipio a reclamar por los daños sufridos en sus vehículos por el estado de las calles, para lo cual ofrecieron dar apoyo jurídico.

La reacción de los habitantes a tales acciones no ha sido mal vista, sino todo lo contrario, pues lo que más se desea –aparte de buena seguridad pública- lo es el poder rodar tranquilamente y andar sin sobresaltos. Pero a quien no le cayó nada en gracia el obligado despertar de la oposición, fue al alcalde Carlos Javier Lamarque, quien en su acostumbrado “Diálogo con Cajeme”, demostró su enojo ante el simple asomo de aquellos en el tema del bache, lo que lo llevó al grado de tacharlos de chafas, oportunistas y de politiqueros, retomando la fraseología de Palacio Nacional, aunque solo le faltó llamarles “conservadores”.

La verdad es que en los últimos tiempos en efecto se ha desvirtuado el concepto de política, pero aún más han sido satanizados los partidos políticos, todo por culpa de algunos líderes y los malos gobernantes. Tanto política como partidos, tienen una razón de ser dentro de un sistema de participación que no solo es propio de este país, sino que desde hace algunos ayeres es parte de la mayoría de las naciones del mundo, con excepción de las dictaduras. Los partidos, conforme a la Constitución y a la Ley General de Partidos Políticos, tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática, entre varias cosas.

Luego entonces, qué tendría de malo que los partidos políticos, aún el que se encuentra en el poder, emitan opiniones en pro o en contra de los gobernantes, en cualquier momento de su ejercicio y ante lo evidente de un logro o un problema. Es cierto que puede tener razón en parte el alcalde Lamarque en caer en cierto desespero e impotencia al no poder arreglar el problema con la velocidad requerida, pero algunos consideran que eso no debe de llegar al grado de hacerlo caer en la denostación hacia a sus críticos, pues ellos solo hacen lo que su rol de oposición le indica: señalar los problemas a fin de que sean atendidos.

También es cierto que la oposición bien pudo haber criticado las causas, sin embargo, se fueron mejor a los efectos: ante la existencia de una constelación de baches optaron por promover la reclamación de daños ante los eventuales desperfectos provocados por la deformada pista citadina. Lo paradójico es que la norma (ley) que funda este tipo de reclamos, fue propuesta por Morena en el Congreso local  y entró en vigor apenas el día 03 de junio de este año.

Por otro lado, la aseveración del edil cajemense en el sentido de que las personas que demandan al ayuntamiento “están demandando al pueblo”, solo lo hace caer en una retórica enmarcada dentro de la falacia ad populum, puesto que primero que nada debe de quedar en claro que el ayuntamiento no es más que el órgano administrador del municipio -relevado o ratificado cada tres años-, que al constituirse en persona moral de derecho público, asume derechos, obligaciones y facultades, pero además, debe de decirse, que quienes eventualmente reclaman algo al ayuntamiento o al ente de que se trate, no son más que ciudadanos (pueblo) que ejercitan un derecho consagrado en la constitución y en las leyes. 

Así las cosas y por lo visto ya se desató la guerra política en torno a los baches, por lo que muchos piensan que Lamarque lejos de vilipendiar a sus adversarios, debería de  mejor optar por la búsqueda de soluciones eficaces y con prontitud, pues el caso lo amerita. Cuando obtuvo la abrumadora mayoría para llegar a la silla de la 5 de Febrero, la gente lo favoreció por el todavía efecto López Obrador, pero además por sus atributos propios, pues Don Carlos Javier ya había sido presidente municipal y diputado federal, de ahí que durante su carrera política ha logrado amalgamar bastantes relaciones políticas en todos los confines del estado y del país, lo que la gente le vio como un plus. Eso hay que reconocerlo.

Para entrar a una tregua o darle el toque final al conflicto, lo mejor sería que nuestro presidente, aparte de buscar el recurso propio, dejar de exentar contribuciones y entrar a una dinámica de austeridad bajando de inmediato el gasto corriente; además, de forma simultánea, procurara urgentemente tocar las puertas necesarias  -con el puño bien cerrado- en CDMX y Hermosillo,  a fin que le abran la cartera y terminen entendiendo que Cajeme se encuentra en un caos en infraestructura vial y drenaje. Es  cierto que Lamarque pudiera no ser el único responsable de esta situación, pero por lo pronto y en calidad de mientras, no hay que olvidar que el 16 de septiembre de 2021, de cara al pueblo, protestó cumplir con la constitución y las leyes que de ésta emanan, así como desempeñar leal y patrióticamente el cargo de presidente municipal, con el estribillo final de advertencia de su interlocutor: “…y si no lo hiciere así, que el municipio y la nación os lo demande”.

Para algunos, la última frase se pudiera explicar sola… 

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