Becker García
Los funestos deseos contra AMLO, nos perjudican a tod@s
“El 18 de julio de 1872, en sus sobrias habitaciones del ala norte de Palacio Nacional, murió el presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Benito Juárez García, víctima de una angina de pecho, según la mayoría de las versiones. Aquel caudillo civil se había convertido en el símbolo de la protección de las instituciones republicanas y del Estado de Derecho —fundados en la Constitución de 1857—, así como de la defensa de nuestra soberanía frente a la agresión extranjera. Triunfantes los ejércitos republicanos en 1867, Juárez había dedicado los últimos cinco años de su vida a intentar consolidar la paz arduamente conquistada y hacer efectivos los principios del liberalismo, los cuales sostuvo con gran tenacidad. Así lo sorprendió la muerte, repentinamente, al final de una jornada de trabajo, cuando tenía 66 años de edad”
Su sucesor, como presidente interino, fue Sebastian Lerdo de Tejada, hasta entonces presidente de la Suprema Corte de Justicia.
A la muerte de Benito Juárez, muchos fueron quienes desfilaron por Palacio Nacional para ver su cuerpo por última vez.
A pesar de ser amado por muchos, también era odiado por otros que, aún así, unos y otros y ante su ausencia, resaltaron sus virtudes al frente del país durante 5 períodos, en los que enfrentó a los conservadores, a gobiernos extranjeros y a la iglesia católica a la que le había quitado privilegios en las Leyes de Reforma.
Afortunadamente para México, ante su fallecimiento, no hubo mayores convulsiones entre la sociedad.
El presidente Andrés Manuel, según la versión oficial dada a través de su cuenta de Twitter, padece por tercera ocasión de Covid, lo que lo mantendrá alejado de sus funciones durante unos días.
Hay otras versiones, una de ellas, la más socorrida, es la publicada por el Diario de Yucatán donde se afirma que tuvo un desvanecimiento, mientras se disponía a degustar platillos típicos yucatecos, justo en el campo militar llamado La Piedra, en Mérida.
Ante los rumores, el vocero de palacio, Jesús Ramírez Cuevas, publicó que esos rumores eran falsos y que no se suspendía la gira por Yucatán para supervisar las obras del tren Maya. En esos mismos momentos, el presidente López Obrador era trasladado a la Ciudad de México a bordo de un jet de la Marina. ¿Porqué el dislate del vocero? Pues porque en esos momentos no se encontraba con AMLO, sino que, había acompañado a Claudia Sheinbaum a una gira de proselitismo por el estado de Tamaulipas y no como debería haber estado, al lado del presidente.
Cosas de campañas adelantadas.
El caso es que la especulación no se hizo esperar, sobre todo en las redes sociales, donde se aseguraba que el presidente había sufrido un infarto.
Andrés Manuel López Obrador, reconocido por él mismo, y luego de las publicaciones obtenidas vía el hackeo de Guacamaya Leaks, que tiene varias enfermedades, tales como gota, presión alta y una angina de pecho de alto riesgo.
Ante los hechos, hubo muchos, demasiados, quienes anhelaban abiertamente que la situación sobre su enfermedad fuese más contundetemente negativa, sin tomar en cuenta de que, a la falta de un presidente tan fuerte políticamente como el tabasqueño, las luchas por el poder serían atroces. Bueno, ya no digamos entre sus corcholatas que se darían con todo, sino también muchos empresarios, los estadounidenses y grupos de poder dentro de Morena, y, también, con los partidos de oposición presionando y no perdamos de vista a las fuerzas castrenses, que han acumulado tanto poder.
Y no hay que ir a la historia cuando un presidente muere en funciones, como Allende y Lincoln (ambos asesinados), sino hay que revisar nuestra propia historia; a la muerte de Francisco I. Madero por parte de las huestes de Victoriano Huerta, el país se sumió nuevamente en la revolución, causando millones de muertes, traiciones y convulsiones que sumieron a México en la pauperrima economía, de donde, y para salir de la misma, tuvimos que depender de apoyos extranjeros a cambio de canongías, algunas innombrables, como el tratado de Bucareli.
En fin, ojalá y lo del presidente Andrés Manuel López Obrador, si no es Covid, que sea algo leve y que, no vaya a tener fatales consecuencias.
Lo digo desde el corazón.
NADA SOBRE APOYOS A TRIGO Y MAÍZ
Nada, es nada, parece como que el Gobierno Federal nada más está pateando el bote.
Gracias.