Pablo Beltrán

Suenan las campanas

Y cuando el fin de semana anterior muchos celebraban en torno al presidente AMLO los cinco años de la elección que lo puso en la silla, no se imaginaron que a los días siguientes vendría una lluvia de críticas por otros, esto por haberse llevado a cabo una fiesta en el Zócalo que a juicio de bastantes no tenía sentido -ni lógica-, pues en el recuento de los daños, se dice, vino a la memoria colectiva toda la serie de deficiencias e ineptitudes suscitadas en este lustro, de las que destacan el inadecuado manejo de la pandemia Covid, el abandono al sector salud con la falta de medicamentos y desatención de ciertos pacientes especializados, las obras faraónicas, la corrupción en Segalmex, el desmantelamiento de instituciones fundamentales, el militarismo,  pero sobre todo, entre muchos etcéteras, el equívoco y desorientado sistema de seguridad pública, que no sólo no ha dado resultados, sino que tiene al país sumido en un baño de sangre, con además miles de desaparecidos.

Relevante por supuesto, la reacción de los prelados de la iglesia católica, empezando con el Obispo de Apatzingán, Cristóbal Ascencio, el cual ante la difícil situación de violencia, remarcada por el acribillamiento de Hipólito Mora en Michoacán, se fue el pasado domingo a la yugular con un juego de palabras: “…en lugar de haber celebrado festivamente en el Zócalo, ¿por qué no decretar un día de luto, de duelo nacional?”. Lógicamente el obispo no tardó mucho en ir por la respuesta, pues el gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, en afán de protagonismo, al día siguiente le replicó: “Si quieren hacer política, que dejen la sotana. Critican al Estado, pero ellos mismos encubren a generadores de violencia y luego se convierten en voceros de bandas criminales. Es una realidad, a veces no se dice por hipocresía política, pero es claro la intención de esta declaración desde el púlpito, del obispo de Apatzingán, de hacer política”

En seguimiento a la guerra mediática y respecto a las declaraciones del obispo, el titular del ejecutivo federal, el día martes, ni tardo ni perezoso, le contestó en tono poco amable: “Hay veces que la jerarquía de la iglesia tiene más simpatía por los potentados, muy contrario al sentimiento, a la esencia del cristianismo”.

Pero si lo anterior fuera poco, se sumó a la refriega, el Obispo auxiliar de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, Luis Manuel López Alfaro, quien pasando la mitad de semana, ante toda esta situación espetó que la autoridad está para cuidar al pueblo, para defenderlo, pero que hay un vacío muy grande, mucho dolor. Afirmó de igual manera, que la gente ya no halla para dónde hacerse; para así remachar: “Hay tantos balazos y miedo, los pueblos sufren por el narcotráfico, por los abusos de autoridad y cada día son más y más los muertos”.

Pues bueno, esto es parte de la crónica de la semana en relación a esa confrontación Iglesia-Estado, por el solo “pecado” de aquella de mencionar algo tan evidente, que solamente los ciegos no quieren ver; esperándose por muchos que ante unas manifestaciones tan oportunas y congruentes, no se vaya a iniciar -en revanchismo- una cruzada al estilo juarista para ir más allá de la separación instituida en las Leyes de Reforma, retomada por la Constitución de 1917 en su artículo 130, máxime que estamos a un tris de entrar al proceso electoral, digo, aunque haya muchos adelantados.

Desde luego que menos se desea que México, imitando al otro socio del Foro de Sao Paulo, Nicaragua, vaya a tomar medidas de encarcelamiento o destierro al estilo Ortega para con miembros de la iglesia católica por el solo hecho de manifestar aspectos reales y tangibles, que de ninguna manera se pueden tapar con un dedo, ya que es más que público y notorio, que el país vive en zozobra ante tan nulos resultados en seguridad pública, de tal suerte que la cifra negativa sigue creciendo: ya van más de 146 mil ejecuciones y más de 42,000 desaparecidos.

Y como muchos saben, cuando se le mueve a las campanas, una cosa es el repique cuando se anuncia la fiesta y otra es el doblado, cuando se anuncia el luto.

¿Quo vadis, México?…

BUEN JEFE DE CAMPAÑA. Y la que sigue sonriendo de emoción por su alto crecimiento en aceptación por la población, como todo un fenómeno socio-electoral, lo es la señora Xóchitl Gálvez, quien sin “querer queriendo”, sigue subiendo como la espuma en el ánimo de la gente, opacando por mucho en estos días a las corcholatas, las cuales a partir del surgimiento reciente de la hidalguense, han dejado de girar con aquel brillo contundente que se les daba desde el púlpito oficial.

Y si bien la senadora, ha mostrado sus intenciones e incluso fue al registro ante el Frente Amplio por México, para liderar las tareas para llegar a la presidencia de la república, no menos cierto es que gran parte de su brillo viene concedido desde frente del zócalo, sí, desde palacio nacional, pues ya es cosa de todos los días en que el presidente de la república le pone el faro, la menciona, tratando de ligarla a intereses del pasado, pero con tan mala suerte, que se le ha venido un efecto bumerang y el crecimiento de la ingeniera ha sido impresionante.

La epopeya de Xóchitl, que empezó a agarrar auge desde que fue a tocar las puertas de palacio para ejercer el derecho de réplica ante un amparo concedido, ha ido creciendo ante esas vociferaciones desde la mañanera, lo que evidentemente ha logrado que mucha gente se solidarice con ella. La Gálvez, ya ha sido satanizada en campaña sincronizada por los pregoneros del oficialismo como “botarga”, “clasista”, “gorda”, “fifí” y otros cariños, cuando paradójicamente no es un secreto que AMLO la buscó por sus atributos -antes del 2018- para que se integrara a su movimiento.

Y claro, ante la falta de argumentos de sus contrarios, se acudió a los llamados argumentos ad hominem, pues de ninguna manera se le ha podido criticar por sus acciones llevadas tanto dentro del sector privado, como en el público, lo que realmente si habla de las personas. Su calidad de mujer, de indígena y de luchona persistente, definitivamente si pondrá a “parir cuates” a sus pares del Frente Amplio para la designación del abanderado, pero además, de ser ungida, pondría en un verdadero predicamento a la corcholata designada.

Ya hay quienes dicen que si Xóchitl queda por el Frente, pero además se conserva el fervor nacionalista y soberano -bastante exacerbado desde el micrófono matinal-,más la “promoción” de a diario, es altamente probable que la indígena mexicana pudiera ponerse por encima de otros apelativos, ya sean judíos o franceses.

Si algún día no muy remoto, a esta señora le llega a ser puesta la banda presidencial, es muy factible que mínimo le diga en el oído al saliente: “Muchas gracias amigo”…

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