Lorenza Sigala / MO

En el marco de un foro internacional sobre el trastorno del espectro autista (TEA), especialistas médicos y familiares compartieron sus experiencias, hallazgos y enfoques sobre las múltiples dimensiones del autismo, destacando avances científicos en bioinformática, el papel de la microbiota, la influencia ambiental y el poder transformador del acompañamiento familiar.

Lo anterior, en un foro que durará del 06 al 08 de mayo, en el auditorio Villa de Seris presidida por autoridades de la Secretaría de Salud, Educación, así como una mujer influencer Miriam Gimal, quien a través de redes sociales ah visibilizado las limitaciones y aciertos en el día a día de su hija Raquel, que tiene autismo.

La médica panameña, Dolly de León Ortíz especializada en medicina integrativa y biología de sistemas, relató el caso de una niña diagnosticada con autismo severo que presentaba crisis autolesivas, agresiones hacia su padre y dificultades severas en la comunicación. A través de un análisis profundo de su genética y su estado metabólico, detectaron predisposición a hipoglucemia y una intolerancia a ciertos aminoácidos presentes en carnes rojas y pollo. Con base en esos datos, ajustaron su dieta y, semanas después, la menor logró dejar de agredirse, se comunicó verbalmente con su padre y regresó a su ciudad con una notable mejoría conductual.

“La nutrición en personas con autismo no puede ser igual que en niños neurotípicos”, explicó la doctora. “No existe un niño con TEA que tenga una microbiota intestinal sana. Mientras una persona sana tiene unas 4mil especies de microorganismos, un niño con autismo tiene alrededor de 140. Esto afecta su inmunidad, su absorción de nutrientes y su respuesta conductual”.

La especialista subrayó que el enfoque médico que aplica se basa en la ciencia de datos, integrando información clínica, genética y ambiental para ofrecer tratamientos individualizados. “La bioinformática no es una opinión, es matemática, y la matemática no falla”, afirmó.

En respuesta a preguntas sobre teorías ampliamente debatidas sobre el origen del autismo —como la influencia de toxinas o las vacunas—, la experta evitó opiniones personales y se remitió a los resultados obtenidos en su centro con pacientes de todos los continentes. “Nuestros análisis apuntan a la epigenética —los cambios que el ambiente produce en los genes— como un factor clave. La toxicidad ambiental y los problemas en la ventilación están correlacionados con alteraciones en la migración y poda neuronal, lo cual impacta directamente en la comunicación y el desarrollo”.

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