Milton Martínez Estrada

Combinación explosiva: Ley de la Guardia Nacional y Ley de Investigación e Inteligencia

En cuestión de una sola semana se aprobaron un par de leyes que nos dejarán a los mexicanos, prácticamente, acorralados. Me refiero a la nueva Ley de la Guardia Nacional y a la  Ley de Investigación e Inteligencia,

La Ley de la Guardia Nacional, una corporación que se presumía desde su origen como un mando civil, ahora está legalmente a cargo de las Fuerzas Armadas Mexicanas, y  fue aprobada por el Senado Mexicano, desde el pasado 1 de julio.

Justo en el sexto aniversario de haber sido creada la Guardia Nacional, fue celebrada la nueva ley por los senadores, quienes creen hacer  su trabajo legislativo de manera notable.

Pero estos representantes populares no han recapacitado en todo el poder que amasa la Secretaría de la Defensa Nacional: Están a cargo de las megaobras gubernamentales, tienen a Banjército, desarrollan tres mil kilómetros de vías férreas de México, tienen el control de la Fuerza Aérea, el Ejército y ahora la Guardia Nacional.  

Sedena se ubica en séptimo lugar, entre las secretarías mexicanas que más recibirán recursos este 2025, con 151 mil 995 millones de pesos.

Armas y dinero en resguardo de los militares, me parece una iniciativa desafortunada, bajo la premisa que el ‘poder corrompe’ y el poder absoluto ‘corrompe absolutamente’.

Y eso no es todo. La nueva Ley de la Guardia Nacional vuelve elegibles a los efectivos de la corporación para participar en las elecciones constitucionales mediante licencias, que pueden ser ordinarias, ilimitadas, especiales o por edad límite, que les permitirá participar en los procesos electorales y regresar a las corporaciones, si no consiguen la victoria o al término de sus representaciones populares.

Desde la óptica nacional e internacional, esta nueva Ley de la Guardia Nacional ha sido  vista como la ‘militarización de la seguridad pública en México’. Por ejemplo Amnistía Internacional y Human Rights Watch han expresado su preocupación por la participación de las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública, argumentando que esto puede llevar ‘a violaciones de derechos humanos y un debilitamiento de las instituciones civiles de seguridad’.  

Además que al amasar tanto poder por parte de la Sedena se vuelve proclive a la opacidad en el ejercicio de los recursos públicos, a generar desconfianza entre la población y a elevar la percepción de vulnerabilidad entre los ciudadanos y las fuerzas militares.

En términos personales, advierto que están sujetando demasiado a los mexicanos hasta inmovilizarlos y eso genera desesperación e inconformidad.

Entiendo a la perfección que esto atiende a patrones internacionales, y cuando escribo ‘patrones’, me refiero a ese término en todas sus acepciones. Luego les cuento más sobre esto, esperando no aburrirlos.

#AmigosLectoresDenseCuenta

Es tiempo de que les escriba sobre la nueva Ley de Investigación e Inteligencia, mejor conocida como Ley Espía.

Los focos rojos de la libertad se encienden con el solo hecho de mencionarla por todas las facultades conferidas al gobierno mexicano para vigilar a los ciudadanos.

Esta ley plantea la creación de una Plataforma Central de Inteligencia que permita al Centro Nacional de Inteligencia el acceso a datos particulares y entes públicos, sin que haya justificación de seguridad nacional.

Es decir, toda nuestra información biométrica, financiera y de telecomunicaciones estará al alcance del gobierno, milicia y fiscalías, sin una supervisión o autorización judicial.

Se definió esta Ley Espía como un ‘sistema de vigilancia masiva autoritaria’. Ahora, ya se aprobó el dictamen en la Cámara de Diputados y es cuestión de tiempo para que el pleno lo apruebe.

Corren malos días para la libertad en México. Estamos frente a una etapa de hipervigilancia digital y suprautoridad militar.

¿No se darán cuenta nuestros diputados y senadores lo que están haciendo con estas legislaciones? Es La Siguiente Pregunta.

Me recuerda a esa frase popular que circula en redes sociales: ‘Pon al lobo a redactar la ley y verás que devorar ovejas no es un delito’.

Estos tiempos también me traen a la memoria, la moraleja principal de fábula que lleva por nombre ‘La Rebelión en la Granja’, de George Orwell, en donde se explica que el poder corrompe, y que una revolución que busca la igualdad puede terminar instaurando una nueva forma de tiranía.

La fábula crítica al totalitarismo y la manipulación de la propaganda, mostrando cómo los líderes animales de una granja toman el control de la misma, con la promesa de un cambio, y cuando se hacen del poder,  terminan explotando a los demás animales, en nombre de la ‘igualdad’.

#AmigosLectoresDenseCuenta

Si el destino periodístico nos lo permite, les volveré a escribir el domingo próximo. Y seguiremos el profundo análisis de la política sonorense. Gracias por la lectura. Nos reencontraremos cuando usted tenga a su alcance La Siguiente Pregunta. Besos.    

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