Clara Aragón / MO
La Laguna del Náinari es uno de esos lugares a los que solemos ir para disfrutar de un coco bien helado, un raspado o simplemente dar una caminata mientras contemplamos el paisaje. Pero si miras con más atención, descubrirás que este sitio es mucho más que un espacio recreativo: es también el hogar de una gran variedad de especies.
Los más conocidos, sin duda, son los patos. Hay de distintas especies; algunos han hecho de la laguna su residencia permanente, mientras que otros solo están de paso. Descansan en las orillas, reponiendo fuerzas antes de alzar el vuelo rumbo a otros estados o incluso otros países.
Las palomas también son un espectáculo, han perdido el miedo a los humanos y saben que aquí siempre habrá alguien dispuesto a compartir un poco de alimento.
Y si te mueves con cuidado y observas con atención, podrás encontrarte con aves menos comunes, como el tecolote llanero. Aunque es pequeño y suele mantenerse oculto, en ocasiones se deja ver incluso durante el día.
Además, no podemos olvidar a las emblemáticas iguanas verdes. A menudo se les ve tomando el sol junto al agua o trepando hasta la copa de los árboles en busca de refugio.
La Laguna del Náinari es un rincón vivo, lleno de historias y sorpresas para quien se toma el tiempo de mirar más allá de lo de siempre.
